El ciclo de contratación por parte de los clientes de los servicios de un abogado se ha trasformado tangencialmente con la incorporación de las nuevas tecnologías. En la publicación especializada de DuoDigito sobre Marketing Jurídico, el abogado especialista Jesús Fdez. Acevedo realiza un análisis pormenorizado de las nuevas tendencias de las personas que buscan el asesoramiento de un abogado. Fernández Acevedo es abogado – Delegado de Protección de Datos (DPD) y mediador TIC y a continuación puedes leer un resumen de su aportación a nuestra publicación:
¿Qué aspectos legales tiene que tener un abogado más en cuenta a la hora de relacionarse en internet?
La sociedad digital requiere que todos los sectores empresariales y servicios profesionales dispongan de presencia en Internet, no únicamente a la hora de promocionar sus virtudes y cualidades, sino también de dotar una comunicación efectiva e inmediata y especialmente de disponibilidad. Y remarco la cuestión de la disponibilidad porque el abogado no puede estar pegado ni a una página de Facebook, ni a una app de mensajería instantánea las 24 horas del día.
Se hace absolutamente necesario establecer unas pautas de comunicación con el resto de agentes del sector jurídico, y especialmente con los compañeros letrados así como con los clientes.
El abogado tiene que estudiar, pleitear, reunirse y a la vez gestionar las comunicaciones en los distintos dispositivos electrónicos, algo que en muchas situaciones en vez de facilitar la vida la complica. Y evidentemente tampoco pueden permanecer ajenos al cambio social que exigen las tecnologías de la comunicación para ser absolutamente eficaces y competitivos. Es por ello que tienen que establecer un adecuado plan de comunicación, similar a la hoja de estilo de la que ha de disponer cualquier despacho jurídico.
Y en esa hoja de ruta destinada tanta a la dirección del despacho como a sus socios, miembros y colaboradores, se han de analizar los riesgos inherentes a la línea editorial que finalmente decidan seguir.
Por ejemplo, la relación con los clientes a través de mensajería instantánea, la remisión de documentos y/o escritos a través de redes sociales y app que pueden vulnerar el deber de secreto necesario entre abogado y cliente, la forma de publicitar los servicios jurídicos, la utilización de la imagen de personas físicas o de la notoriedad de marca que puedan haber sido o sean clientes del despacho, algo que puede ir en contra tanto de la legislación en publicidad como del código deontológico inherente a la abogacía, por no hablar de la vulneración de normativas dispares y con la que los abogados no suelen estar por regla general muy familiarizadas como pudieran ser la propiedad intelectual o industrial así como la protección de datos.
La realidad social nos exige una presencia digital tanto a abogados como a despachos pero la actualidad jurídica nos exige un cumplimiento normativo, sobre el que si nosotros no damos ejemplo… ¿cómo le vamos a exigir luego ese cumplimiento a la sociedad? Por no hablar de los casos en los que pueda exigir una crisis reputacional o digital; en esos casos los abogados por regla general son reactivos y no disponen de un plan de actuación adecuado para poder mitigar el daño, ya sea de imagen o de incumplimiento.
¿Cuáles son las oportunidades que se abren para los abogados en el sector TIC?
Infinitas. Más de las que estamos acostumbrados a llevar a cabo, a efectos de productividad, colaboraciones, internacionalización y especialmente de captación de clientes. Los abogados se han configurado tradicionalmente como uno de los sectores más reacios a digitalizarse y a trabajar una presencia en internet adecuada y elegante, preocupándose más por la presencia del despacho físico para el que trabajan, que su presencia digital tanto en Internet como en redes sociales. Y aunque el espacio físico en donde el abogado desarrolla su trabajo es incondicionalmente esencial a la hora de demostrar una profesionalidad incuestionable, también lo es a día de hoy una adecuada presencia online. El clásico cartel del portal que anuncia el despacho de abogado ya es insuficiente para captar clientes en la mayoría de los casos. Es más normal que un ciudadano que necesite del asesoramiento jurídico de un profesional de la abogacía, busque los despachos de abogados disponibles por la pantalla de su móvil que dándose un paseo por su zona.
Igualmente, la formación de los abogados puede gozar ahora más que nunca de una especialización adecuada. Hace años hubiéramos tenido que desplazarnos a otros países para estudiar la regulación de las startups, los bitcoins o las fintech, o al menos poder aprender del derecho comparado; a día de hoy podemos desarrollar nuestras aptitudes desde cualquier pantalla conectada a internet, así como pertenecer a verdaderos Think Tanks, en donde se pueda debatir sobre la necesidad de los cambios legislativos a través de foros, moodles y similares. Las oportunidades son todas aquellas que nosotros queramos generar, tal y como ha sido siempre para aquellos juristas que hayan querido dar lo mejor de sí mismos, con el aliciente de que ahora pueden hacerlo sin tener que salir de su despacho. o incluso, de sus hogares.